En la misma línea de Tyler y el enfoque tecnológico, se define el proceso de evaluación como "el proceso de determinar hasta que punto los objetivos educativos han sido actualmente alcanzados mediante los programas de currículos y enseñanza" Tyler (1950). Esta evaluación se basa principalmente en la valoración acerca del cumplimiento de objetivos. Pero, además de este tipo de evaluación, existen muchos otros tipos de evaluación que plantean otros autores como son: la evaluación sin referencia a los objetivos (Scriven), la evaluación basada en la crítica artística (Eisner), la evaluación ilumninativa (Parlett-Hamilton), la evaluación respondiente (Stake), y la evaluación democrática (Stenhouse, eliott, Mcdonald, etc.).
Otro de los esenciales interrogantes que nos planteamos cuando realizamos un programa y su evaluación, es ¿para qué evaluamos? En este sentido, nos estamos refiriendo a la finalidad que tendrá nuestra evaluación.
Pues bien, nuestra evaluación puede tener tres finalidades diferentes. Éstas finalidades no son otras que, la evaluación sumativa, formativa y diagnóstica. La primera de ellas, se refiere a la calificación del programa, se trata de una evaluación global de todo nuestro programa con el fin de evaluar el nivel de calidad. La segunda, hace referencia a la mejora del programa, se tratará pues de identificar elementos para la mejora de nuestro programa. Por último la evaluación diagnóstica, nos permitirá conocer la realidad que opera nuestro programa.
Otro de los aspecto del que hablaremos es el de las audiencias implicadas en la evaluación. Las audiencias implicadas en ésta, son tanto los miembros de los grupos afectados por el programa, como aquellos miembros de los grupos que toman decisiones, es decir, profesionales, participantes, familiares, instituciones, etc.
Y en este apartado, es cuando nos planteamos otra de los interrogantes que pueden surgirnos para llevar a cabo la evaluación ¿Quién oriente o encarga la evaluación, y quien evalúa? Pues bien, la evaluación puede estar encargada por la propia entidad, es decir, profesionales de la entidad, profesionales que han llevado a cabo el programa... o bien, por una entidad externa, como es la administración, o una entidad que sin estar implicada quiere valorar el programa, por ejemplo la entidad que provee fondos. En el primer caso, estaríamos hablando de una evaluación interna, que podría ser llevada a cabo, por alguien vinculado al programa, es decir, un evaluador interno o por alguien externo, un evaluador externo. En el segundo caso, la evaluación sería externa, y lo más probable es que fuera realizada por un agente o evaluador externo.
Por último, cabe añadir que para llevar a cabo una evaluación se pueden utilizar diferentes técnicas o instrumentos como son: las entrevistas, los cuestionarios, los diarios de campo, etc. Estos instrumentos, nos ayudarán a recoger información para realizar una evaluación.
Es imprescindible que todas estas cuestiones e interrogantes sean planteadas antes de llevar a cabo nuestro programa, ya que en la puesta en marcha debemos partir del diseño de la evaluación, para posteriormente poder evaluar nuestra puesta en marcha y nuestro proyecto.
ESTELA FERNÁNDEZ NAVARRO.
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